La extraordinaria paradoja del Sonido Quijano (1999)

La extraordinaria paradoja del Sonido Quijano (1999)

Nadie me creyó cuando dije que las estrellas caerían del cielo. Una de ellas empezó a moverse dejando atrás su posición en el firmamento.

Años luz es la distancia a la que se encuentra, pero si has nacido junto al universo, desafiar las leyes que nosotros, arrogantes, hemos inventado es sencillo. Su deber es destruir. Mantener la entropía.

Nuestro planeta, tan alejado del centro del universo se ha mantenido a salvo hasta ahora, pero es el momento de fijarse en él.

La luz se acerca, pequeña, creciendo. La tierra impasible, cada vez más insignificante.

Una océano, un trozo de tierra, una ciudad…

En el escenario Café Quijano, impasibles ante el hecho trascendente que estaba sucediendo justo en aquel momento. El final de la humanidad tal y cómo teníamos definido en nuestras pequeñas mentes tan estrechas y poco propensas a aceptar los cambios.

El público exaltado, perdió la cabeza. El caos cundió durante un breve momento en el que la gente se dio cuenta de que era el momento de ponerse a rezar si eres católico o echar un buen polvo si eso no va contigo.

Pero a un poeta no hay quién le pare y menos si está apunto de cerrar un concierto con EL tema. Así que pasaron de historias y se pusieron a tocar La Lola. Classic.

Obviamente nadie que haya vivido en los 90s puede resistirse a esos ritmos latinos y la atención se desvió de nuevo al escenario, donde los tres hermanos lo dieron todo. El ser no era capaz de entender qué pasaba, porqué esos compases le producían ese calor en el pecho.

El tema acabó y el grupo se retiró. Todo el mundo aplaudió y empezaron a pedir un bis, incluido nuestro invitado contagiado por la euforia del momento.

El grupo brindó al público una nueva interpretación y nuestro amigo eufórico se quedó con ganas de más, así que utilizó Shazam (qué hasta que la unión Europea apruebe su compra por parte de Apple va incluido en todo vehículo interdimensional que se precie) y emprendió rumbo a la Fnac de Callao para comprarse el disco y llevárselo de vuelta a su planeta porque la cobertura de Spotify es bastante pésima cuando viajas a la velocidad de la luz y tampoco pasa tanto tiempo en su planeta como para pillarse el premium.